Es muy común que cuando los edificios logran sobresalir y ser referentes arquitectónicos en el mundo entero, el público, de cierta manera, los convierta en algo suyo al renombrarlos con apodos que denotan el cariño que dichas construcciones inspiran en el sentir popular de las personas que los admiran, y en Londres no es la excepción con el 30 St Mary Axe, al que coloquialmente conocen simplemente como The Gherkin, es decir: el Pepinillo.

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Este rascacielos podría ser parte de una novela de ciencia ficción, ya que aparte de su diseño neofuturista, se caracteriza por ser la primera construcción ecológica de Londres, una obra que incide a la perfección con el desarrollo urbano de una ciudad emblemática en el orbe entero.

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Es importante mencionar que el proyecto fue diseñado por Norman Foster, su antiguo socio Ken Shuttleworth y por ingenieros de Arup, construido por la empresa sueca Skanska y abierto al público en mayo del 2004.

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Tal y como se menciona en la página oficial de Foster+Partners, una de las características más especiales de esta construcción es que «tiene 41 pisos independientes con 76,400 metros cuadrados de superficie útil, en los cuales se incluyen oficinas y un centro comercial al cual se accede desde una explanada de reciente creación. En la parte superior del edificio hay una sala de reuniones que ofrece una espectacular vista panorámica de la capital británica».

Cabe destacar que su innovadora geometría radial parte de una base circular que se va ensanchando a medida que asciende y que se estrecha al llegar al vértice final, de ahí la semejanza que mantiene con el encurtido que generalmente acompaña a una sabrosa hamburguesa. Sin embargo, es importante decir que esta singular forma no obedece sólo a un fin estético, sino que también responde a factores ambientales al reducir la desviación del viento contrariamente a lo que sucede con una torre rectilínea de tamaño similar, lo cual favorece un clima agradable tanto en la calle como en su interior, pues los diferenciales de presión externa son aprovechados en el interior para accionar un sistema único de ventilación natural.

Por todo lo anterior, sin duda alguna el Pepinillo plantea una nueva relación entre la naturaleza y el hábitat cosmopolita de cientos de ciudadanos londinenses orgullosos de su rascacielos, el cual, gracias a sus medidas sustentables, posibilita que el complejo consuma únicamente la mitad de la energía requerida por otras torres de oficinas con sistemas convencionales de aire acondicionado.

Abraham Cababie Daniel